martes, 9 de diciembre de 2014

Entre dos mundos.

A mi alrededor solo se oían a los grillos y las ranas escondidos entre los campos de arroz, las estrellas se iban difuminando en el cielo, el sol disparaba los primeros rayos del sol hacia el cielo a través de las montañas. No había dormido en toda la noche pero no tenía sueño. A mi izquierda Juanma sacó su cámara de fotos, a mi también me habría gustado capturar ese momento, no por la belleza, tan grande que creí incapaz de retener, sino por las emociones y los momentos que ese lugar, y esas personas me hicieron sentir.

Amanecer

Hay momentos de lucidez, momentos de autoconocimiento, momentos de paz, momentos, en definitiva, que se transforman en puntos de inflexión en tu vida y en tu ser. Y ese fue uno de ellos. En aquel momento no existía el ayer ni el mañana, no había otro lugar en el mundo. Solo estaban los campos de arroz, los campos de te, las estrellas y el sol.

En ese instante de reflexión me di cuenta de donde me encontraba, por segundo año estaba en las montañas de Kyoto, trabajando en un campo de te, bebiendo de la cultura japonesa como pocas personas habían tenido la oportunidad de hacerlo.

Mire  de nuevo a mi izquierda, Juanma y Tinny, mis amigos, mis confesores, mis guías... Por sus caras comprendí que para ellos también era un momento especial. Hacia un año que los había conocido y, aunque Juanma también vivía en España, la distancia entre nuestras ciudades hizo imposible el reencuentro hasta ese verano, de nuevo en Japón.



Fue en ese momento cuando me di cuenta de que estaba atrapado entre dos mundos, Japón y España. Peleaban como dos gigantes separando mi alma en dos. Hasta un año después no fui consciente del ganador, pero esa es otra historia que contaremos mas adelante.

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