lunes, 21 de julio de 2014

Decimoséptima semana en el paraíso ¡Por fin vino Kaori!

Lo mas destacable sin duda fue el viaje relámpago que hizo Kaori a Nagoya. Acompañada de su amiga Naho, que visitaba la ciudad para ver a una amiga. Fui a recogerlas al aeropuerto, su avión llego antes de lo previsto y yo mas tarde de lo previsto porque me equivoque de tren, pero eso no quebró los ánimos ni por un instante. Al llegar Kaori me recibió con una gran caja de Kitkat de fresa, edición especial con fresas de Kyushu.

kitkat de fresa

Comimos en un restaurante indio situado en la planta veintitantos de la estación de Nagoya y después nos despedimos de Naho.

Esa tarde Kaori y yo habíamos quedado con Wakana, una chica que habíamos conocido en el voluntariado y que estudiaba en Nagoya también. Recuerdo haberle comentado medio en broma medio en serio a Kaori lo increíble que me parecía que estudiando en la misma ciudad, solo hubiésemos quedado Wakana y yo una vez en los 3 meses y medio que yo llevaba viviendo allí.

Kaori y Wakana



Visitamos varios puntos de la ciudad, mis preferidos, aunque sin duda la gran sorpresa nos la llevamos cuando fuimos en busca de un Daibutsu (Gran Buda) que aparecía anunciado en una de las estaciones por las que pasamos. A todo el que preguntábamos nos decía que no habían oído hablar de ningún Daibutsu en la zona, pero cabezota de mi seguí buscando hasta darme de bruces con el.



Wakana volvió a casa para cenar con su familia, y Kaori y yo nos dirigimos hacia la linea de Linimo para cenar en el restaurante al que iba a veces con mis amigos, el Kaiten sushi (típico restaurante donde los platos de sushi vienen a través de una cinta transportadora). En el restaurante tenían un minijuego, cada cinco platos que comieras te daba la oportunidad de ganar un pequeño llavero, que caía dentro de una bola a través de un conducto.

Kaori tras ganar un llavero

El dia siguiente no dio para muchas visitas. Como siempre nos levantamos tarde, pusimos rumbo al castillo de Nagoya, cuya visita llevaba retrasando para hacerlo junto a ella.

Castillo de Nagoya

La visita se alargo mas de lo esperado y llegamos tarde para la cita que teníamos con Penny para comer. Por suerte para mi Penny estaba acostumbrada a los retrasos de españoles y japoneses y no le dio demasiada importancia. Volvimos a comer en el restaurante indio de la estación de Nagoya e inmediatamente después Kaori Naho y yo pusimos rumbo al aeropuerto.

Esperaba que ese trayecto fue era el mas largo de mi vida, pues esa era la ultima vez, en teoría que Kaori y yo nos veríamos hasta el verano siguiente, sin embargo el trayecto se hizo cortisimo. El karma debió apiadarse de mi, pues me dio la oportunidad (No sin contratiempos) de volver a verla una vez mas.


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